Bomberos Chicos Buenos....

lunes, septiembre 18, 2006

Recuerdan a Rodrigo Mora.

Recuerdan a Rodrigo Mora, rescatista del 11-S que murió en el aluvión de Chiguayante

“Fue un héroe y nos llena de orgullo”


Vio el horror entre los escombros del World Trade Center. Y vio tanto en las faenas de rescate que nunca más habló de ello. De vuelta en Chile, todos notaron que su vocación se había fortalecido. Cinco años más tarde fue a encarar la muerte en auxilio de sus vecinos. Sólo que esta vez entre el barro y las piedras estaba su cuerpo. Tres niños se hicieron bomberos en su honor y una calle pide su nombre.

La muerte tiene muchas caras y el bombero Rodrigo Mora debió ver una de las peores. Era lo más cercano al infierno que podía imaginar. El 11-S estaba en Connecticut, una urbe situada a hora y media de Nueva York. Allí vio por TV los aviones destrozando las Torres Gemelas. Acababa de terminar un curso de perfeccionamiento para bomberos y, sin pensarlo dos veces, se largó para ofrecerse como voluntario.

Katherine Montecinos, su esposa, estaba en Chile. “Apenas ella miró las noticias supo que Rodrigo iba a ir a ayudar”, recuerda Luis Moraga, compañero, compadre y amigo desde los 15 años. Allá fue. Completó casi una semana viendo vidas convertidas en escombro

De lo poco que contaba, Rodrigo decía que lo que vio en el World Trade Center no era para vivirlo dos veces. Luego cambiaba de tema, No quería hablar de eso. Imposible. “A veces se quedaba mudo. Es que también vio muchos niños”, desliza su eterno amigo Luis Moraga. “A mí tampoco me contaba. Le pregunté varias veces, pero se le llenaban los ojos con lágrimas. Sus papás también le preguntaban lo que pasó y por qué no contaba. ‘Mamá, es algo mío’, respondía. Ni a ellos ni a mí nos dijo mucho”, cuenta Katherine.

“Lo que sí notamos es que cuando volvió de Estados Unidos su vocación de bombero se había fortalecido todavía más. Mucho más”, resume el director de la sureña compañía de Chiguayante. “Era un verdadero líder, él y su compañero Julio Muñoz”, completa Sepúlveda. “Era un cabecilla. Por eso lo seleccionaron ese año (2001) como uno de los pocos chilenos que fue a hacer el curso”, añade Moraga. Todos lo apreciaban.

“Fue un héroe y nos llena de orgullo”, dice Katherine. La noche del domingo viajaron a Santiago desde Chiguayante. Estaban invitados a un homenaje. No en cualquier sitio. El homenaje a Rodrigo Mora fue en la embajada de Estados Unidos en Chile. “Fue muy bonita y emotiva la ceremonia -dice Katherine-. Viajamos a pesar de todo el dolor”. A su lado estaba Matías, de 10 años, el hijo de ambos.

Nueva York-Chiguayante

Ni su familia ni nadie imaginó que la muerte que Rodrigo vio con sus propios ojos en Nueva York la encontraría en su lejano pueblo de la Octava Región. Fue en julio de este año que el invierno azotó con temporales la zona centro-sur del país. La emergencia parecía desatada y el peligro de derrumbe de una humilde
La familia de Rodrigo Mora. Al centro, Katherine Montecinos, viuda del bombero mártir, abraza a su hijo Matías de 10 años. Foto: Mario Ruiz.casa con una docena de personas dentro era inminente. Allá partió el capitán Mora y otros tres bomberos.

El luto conmocionó al país y todo Chiguayante. El impacto movió a los vecinos. Y empezaron a reunir firmas para homenajear a todos sus muertos. “La idea es ponerle sus nombres a calles y plazas, o hacer un monolito”, detalla el director de la compañía de bomberos. “En apenas dos horas y media juntamos más de tres mil quinientas firmas”, dice Luis Moraga.

La familia de Rodrigo Mora. Al centro, Katherine Montecinos, viuda del bombero mártir, abraza a su hijo Matías de 10 años. Foto: Mario Ruiz.

Cero ayuda

No es todo lo que han hecho por las viudas de los tres bomberos mártires, menos cuando el dinero no abunda. Katherine y Matías, al dolor de no tener más a su marido y padre, agregan los aprietos económicos. “Ella trabaja, pero está mal y le va a costar recuperarse, y además, el niño no quiere separarse mucho de ella: ya vio partir por un par de horas a su padre y nunca más lo tuvo de vuelta”, comenta Luis Moraga, quien con su esposa han brindado todo el apoyo que puede regalar.

Moraga nunca fue bombero hasta que la tragedia enlutó la vida de su amigo. “Pero ahora lo soy. Y su hijo Matías, y mi hijo Óscar y un sobrino de diez años ingresaron a la compañía. Así todos aliviamos el dolor, siendo lo que Rodrigo era. En mi casa, ya no somos tres, sino cinco. Mi señora, mi hijo y yo estamos siempre con Kathy y Matías. Hace poco el niño estuvo de cumpleaños y lo fuimos a buscar al colegio en el carro bomba y le cantamos el cumpleaños feliz”, precisa.
Pero no todos se han portado como prometían con la familia de Katherine. Salvo autoridades regionales, que se han hecho cargo de las cuentas básicas, los dardos apuntan a lo lento que ha resultado el trámite de la pensión de viudez del seguro. “Y la plata se necesita, pues hay dividendos de 75 mil pesos que pagar, gastos en movilización y el colegio del niño”

Mientras eso se resuelve, Katherine y Matías intentan reanudar sus vidas. “Mi hijo tiene una fortaleza increíble, admirable para un niño de diez años. Le da penita y llora, pero las veces en que yo me quiebro y no contengo el llanto, él me dice, “mamita, tranquila”, y me fortalece cuando a veces no tengo ganas de nada, ni siquiera de levantarme. Sí, yo estoy más tranquila, estoy sobreviviendo y Matías es mi única razón de vivir”.

Fuente:La Nación